Antonia María Oviedo
Por  Emma Segovia
Místico impulso
el de tu alma,
investido de clemencia
y ternura.
Gloriosa convergencia
de entrega sin reposo
firme en la contienda
tu enardecida lucha.
La Cruz del Nazareno
marcó tu signo,
las heridas ajenas
hiciste tuyas.
Y a tu corazón
dócil y silencioso,
lo amparó una presencia
de voz libre y segura.
Porque José Benito Serra
descubrió tus sueños
de bálsamo, de lumbre
y añorada esperanza.
Unidos en la Fe,
restañaron hastíos
de postergadas mujeres
en despojo humilladas.
Bendecirlas y amarlas
fue la premisa,
despertar en sus pechos
primaveras livianas.
Despertar en sus pechos
-Que todo es posible-
y tras de tanta pena
el sol, sale mañana.
Yo sé, que hay ángeles
guardando las esquinas
y en código fraterno
clara bienaventuranza
Acaso porque hay ángeles
guardando las esquinas
todo es menos gris,

pues con diezmo de estrella.

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