Querida hija, se cumplen diez años, sólo una década o tres mil seiscientos cincuenta días sin tu presencia.Tenemos que pedirte perdón porque no supimos, no pudimos ni logramos encontrarte. El misterio que rodea tu desaparición nos remite a lo siniestro, un agujero negro que provoca un efecto estremecedor.“Siniestro” digo porque hay fuerzas que se mueven en las sombras, vos no te esfumaste un día diáfano, era el mediodía. Alguien colaboró para esto, gente que se mueve en las tinieblas, fuerzas de las que un ciudadano común como nosotros no tiene información y, sin embargo, poseen poder efectivo para su accionar criminal.Sabemos que no te fuiste con un amigo ni a otro lugar por decisión propia. Cómo partiste es todavía una falta de certeza… ni siquiera tu nombre escrito en una puerta para poder seguirte hacia ese otro lugar donde te encuentras.Aunque el paso de los días mitiga el impacto, el dolor de la herida de tu falta no cede, está siempre presente. La incertidumbre de no saber la verdad sostiene esta pena profunda, la angustia y el desamparo social por la falta de respuestas. Pensar en “la trata” nos lleva a pensar que la estructura que la sostiene tiene implicancias profundas en un Estado carente de la función de garante real y simbólico.Es llamativo que la Justicia no llegue a ningún puerto en tu caso; la vivencia de desamparo se agiganta y crece con los diez años de tu ausencia. Se fueron la tía Susa, Piba y Cristinita sin volver a verte.Hoy siento la necesidad imperiosa de una respuesta impostergable, llevar tu caso y tantos otros para que haya un debate social comunitario donde no esté el Estado y la Justicia ausente, que pueda contenernos y ver la luz al final de un camino que hasta ahora transitamos a oscuras.Quiero agradecer a nuestros compañeros de ruta durante estos larguísimos diez años, mi familia, los amigos, Juan Carr y Red Solidaria, los doctores María Furman y Federico Rovina, primeros abogados en la causa, y a nuestro actual abogado, Gabriel Beckez, quienes nos demostraron la solidaridad social inquebrantable que víctimas de eventos como el de Florencia necesitan.Nidia Aguilera (mamá de Florencia PennacchiDNI 4.610.233Neuquén
Nidia Aguilera, mamá de Florencia Pennacchi, de quien el martes se cumplirán cinco años de su desaparición en Buenos Aires, escribió una carta abierta titulada “Carta de una madre a una hija ausente”.
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