Por Hna. Mariana Serrano, OSR

Una vez más nos acercamos a la persona del Obispo Serra, fundador junto a Madre Antonia de la Misericordia, de la Congregación de Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor. Queremos hoy celebrar tanta pasión y compasión ofrecida a quienes estaban más vulnerables en sus derechos: los pueblos originarios de Australia, en sus primeros años de misionero; y las mujeres explotadas sexualmente en la prostitución en Europa, en sus últimos años de obispo. En ambas misiones específicas, el Padre Serra es ejemplo de apertura de corazón, de confiada acogida sincera y de una gran capacidad de acompañante de caminos, dispuesto a enseñar y sobre todo a aprender de quienes Dios fue entregándole en la vida, como rostro de Jesús Redentor fuente de infinita misericordia.

Unidas al espíritu misionero de nuestro querido Padre José María Benito Serra, damos pasos confiados hacia aquellas puertas que aún necesitan ser abiertas, invitando a otras personas a sumarse a esta propuesta de justicia y redención. Queremos hacernos eco de sus palabras sentidas y comprometidas: “Es demasiado doloroso presenciar esto sin hacer algo…” y “Si todas las puertas se les cierran les abriré yo una… con la gracia y el apoyo de Dios” que quiere vida digna para toda la humanidad: “Yo he venido para que tengan vida en abundancia”. (Juan 10, 10)
Como integrantes de la Familia Oblata estamos llamadas a dar continuidad a la misión iniciada hace más de ciento cincuenta años, abriendo de par en par las puertas de nuestros corazones a la solidaridad con las mujeres que viven, o bien sobreviven, situaciones de violencia extrema en la prostitución y/o en la trata de personas. Este quiebre en la dignidad requiere de nuestra parte acoger con compasión y disponernos a acompañar procesos de inclusión, cuidado, defensa de derechos y fortalecimiento de identidad humanaespiritual.
Celebramos con alegría que en aquel 8 de setiembre de 1886, en el Desierto de las Palmas de Benicasím, España, José María Benito Serra, se abrazó para siempre al Dios de la Vida con el corazón llenito de nombres… los nombres de las mujeres que supo acompañar; los nombres de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor con las que hizo experiencia de vida fraterna; y también nuestros nombres como herederas y herederos de su historia de vida fecunda. 

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