Por Nancy peñaloza
Como en otro tiempo, recordando aquella escena donde Madre Antonia sentada al lado de un pozo compartía con las mujeres, así ahora, en el marco de los 153 años de la Misión Oblata en el mundo y los 25 años del Proyecto Puerta Abierta, sentimos la invitación a acercarnos al pozo a “Beber en la propia fuente”, reviviendo la experiencia fuerte, irresistible, que tuvieron José M. Benito Serra y Antonia M. de Oviedo sin desviaciones por senderos errados, dando respuesta a las necesidades de las mujeres.
Volver a recordar las enseñanzas, es volver a las raíces, donde reside una gran creatividad y fecundidad que inspira nuestra tarea diaria con las mujeres. A partir de ahí discernir en la situación compleja de nuestro presente, que requiere comprometernos a hacer realidad la invitación a la que hemos sido llamados en los proyectos, es decir, encarnar la espiritualidad Oblata, que nos lleva a un modo de abordar, de encontrarnos con la realidad de las mujeres y generar con ellas un nuevo modo de vivir.
Con ese objetivo en Puerta Abierta nos juntamos en una jornada de espiritualidad para recordar y profundizar las enseñanzas llenas de sabiduría y actualidad que Madre Antonia nos ofrece con la historia del “Pichoncito de Jerez”.
Compartimos algunas reflexiones:
¿Qué es la espiritualidad para nosotras?
Es una forma de concebir. Como ver cada una de las cosas de la vida.
Es el Espíritu, lo interno, que nos da fuerza, nos impulsa.
Es la fortaleza, el motor, fuerza, el coraje.
Es tener Fe. Una guía paso a paso con características propias.
Nos llama a la trascendencia, lo que va más allá de nosotras.
¿Cómo expresamos hoy la espiritualidad de la Misión Oblata?
Algunas actitudes son: armonía en la diversidad, paciencia, acogida, respeto, sin juzgar, escucha, cercanía, compartir la mesa, trabajo en equipo y compartir experiencias.
Modos de vivir la fe: imagen de Dios Misericordia y caminar sobre las huellas de Jesús.
La realidad diversa nos exige capacitarnos y contar con herramientas formativas.
Motivar en la mujer su conexión con lo sagrado.
Les acercamos el texto que usamos para reflexionar:
Carta de Madre Antonia del año 1982:
“Un ejemplo precioso hemos tenido estos días. Se lo contaré porque viene al caso y puede servir de norma con las chicas. Tenemos pichones, los padres y otros dos jóvenes; todos blancos con manchitas negras. Yo suelo echarles de comer. De pronto, hace dos días, vimos un pichón desconocido con manto color de canela. Nos admiró que se quedara y no pensara en marcharse, siguiendo él la vida de los demás. Al pronto una chica vino a traerme el pichón, enseñándome su patita hinchada y fuertemente atada con un hilo, cuya punta cosida fuertemente estaba colgando. Desde luego comprendimos que era un cautivo que había roto su cadena y había venido a refugiarse al Asilo. (…)
Trabajo inmenso me costó el cortar esa verdadera costura hecha con hilo fuertísimo, y debatiéndose el animalito. Estaban juntadas las plumas como con un pespunte, y concluido de cortar un ala, vimos que igual estaba la otra… y, ¡había que ver al animalito sacudir sus alitas y alisar sus plumas! (…)
A las Oblatas toca ir cortando poco a poco los hilos con suavidad, sin herir la parte enferma, y aunque no conozcan las pobrecillas que se las quiere hacer el bien.
No se olvide, no, la historia de mi pichoncito y bueno sería que lo copiasen así como lo demás.”
“Poco a poco y sólo poco a poco y con paciencia y paciencia suma y celo sumo.”
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