Por Noelia Cecilia Ramirez, Osr.

Dicen por ahí que “la prostitución es el oficio más antiguo del mundo”, sin embargo, me animo a desafiar ese mito, ya que la prostitución, lejos de ser un oficio o un trabajo, es una manifestación de la violencia patriarcal, que tal vez, sí sea de las más antiguas.

¿Por qué la prostitución es violencia?

Cuando hablamos de prostitución no hacemos referencia a la “libertad sexual”, que sería un tema moral. Lejos de eso, estamos hablando de vulneración de derechos humanos, porque en la prostitución las relaciones no son en libertad sino que hay asimetría de poder entre quien paga y quien necesita dinero, entre quien exige y quien cumple los deseos del otro a expensas de sus propios deseos. Las situaciones de violencia de género siempre tiene en su base relaciones asimétricas del poder, esto quiere decir  que hay una parte que puede y manda, y otra que no puede y obedece o es castigada.

La prostitución engloba múltiples situaciones de violencia que padecen las mujeres. En la tarea de acompañamiento que realizamos en los Proyectos de Misión Oblata, podemos apreciar a diario la complejidad y el amplio espectro de temas a abordar en un contexto prostibulario. La migración, el analfabetismo, las enfermedades físicas y mentales, la falta de vivienda, la pobreza e indigencia, familias numerosas y el hacinamiento, el tráfico y trata de personas son algunas de las tantas situaciones que atraviesan las mujeres en situación de prostitución. Por eso, al aproximarnos a este tema, es necesario abrir la mente y el corazón más allá del intercambio de dinero por sexo, se trata de sociedades que colocan a las mujeres en situaciones de vulnerabilidad en las que no solo padecen violencia de los prostituyentes y /o proxenetas, sino también, violencia Estatal y complicidad social.

¿De qué hablamos al decir Violencia Patriarcal?

Sin bien es cierto que son múltiples los motivos por los que las mujeres llegan al ejercicio de la prostitución, es interesante destacar cuáles son los consensos sociales que ubican a las mujeres en el lugar de “prostitutas” sin que esto altere el orden establecido en las sociedades patriarcales. 

Casi todas las sociedades occidentales están atravesadas por el patriarcado y el capitalismo, dos sistemas que se retroalimentan. Podemos resumir, a grandes rasgos, al capitalismo como un sistema económico que invita al consumo indiscriminado, y al patriarcado como un sistema social en donde predomina el valor de los hombres sobre la sumisión de las mujeres. Si bien estos dos términos son mucho más amplios y complejos, creo que por ahora alcanza para comprender su relación con la violencia de género que se manifiesta en la prostitución.

En el patriarcado está permitido socialmente el “consumo de mujeres” en la prostitución. Las mujeres tienen el rol social de satisfacer los deseos de los hombres. Los hombres, por su parte, tienen el derecho a saciar sus deseos sexuales, legítimamente, si tienen dinero para pagar.

Ante estas relaciones que parecen binarias, es necesario ampliar la mirada hacia las causas que colocan a las mujeres en esta situación. Un punto importante es la “feminización de la pobreza”, las sociedades patriarcales fomentan desigualdades en varios ámbitos, como es el caso de las relaciones laborales con el acceso desigual a puestos de trabajo y salarios diferenciados ante un mismo trabajo. También, cabe resaltar que el acceso a la educación es desigual por cuestiones de género, lo que hace que muchas mujeres solo accedan a trabajos poco calificados y, por lo tanto, mal pagos. Además, las mujeres son socialmente responsables del cuidado de los hijos/as, y en muchas ocasiones  también asumen el sostenimiento económico de la familia.

Sumado a todo esto, al hablar de la prostitución, es necesario tener en cuenta el rol de la sexualidad femenina dentro del sistema patriarcal, donde las mujeres tienen el papel de satisfacer el deseo masculino, sea dentro del matrimonio o en el ámbito prostibulario. En las sociedades patriarcales y capitalistas, los cuerpos de las mujeres se convierten en “objetos de consumo”, y en este contexto, la prostitución colabora a mantener el orden establecido, y las sociedades, ejercen así distintos tipos de violencias vulnerando los derechos de muchas mujeres.

…otra violencia…
muchas violencias


En las mujeres en situación de prostitución es posible reconocer que están inmersas en variadas relaciones de violencia:

mandatos sociales patriarcales,

feminización de la pobreza,

rigorismos religiosos,

violencia institucional,

violencia física y psicológica,

violencia económica,

violencia simbólica. 

Cada una de estas situaciones de violencia se desglosan y aterrizan en un sinfín de vivencias concretas que experimentan muchas mujeres que tienen que pasar por la prostitución, ya sea, porque están presas de los mandatos patriarcales y de consumo, o están esclavizadas por la trata, o porque responden a un “fiolo”, o porque necesitan llevar el pan a sus casas.



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