Fuente: http://www.claretianos.org.ar/angelelli/home.htm
Al hombre nuevo Dios va creando,
 con nuestro barro lo va engendrando.
 También camina a nuestro lado, no tengas miedo, suma tu mano.


Enrique Angelelli, ¿quién sos?:
En marzo de 1938 ingresó al seminario de Córdoba, buscando seguir a Jesús como sacerdote.
Ordenado sacerdote en Roma (donde había ido a perfeccionar sus estudios) en octubre de 1949.
Desde su sacerdocio joven, empezó sirviendo en Córdoba como asesor de la Juventud Obrera Católica (JOC) y de la Juventud Universitaria Católica (JUC); además, animaba la capilla Cristo Obrero de esa ciudad
En 1961 el Beato Juan XXIII lo elige obispo auxiliar de Córdoba, con sólo 38 años.
Participa -como todos los obispos del mundo- del Concilio Vaticano II (1962-1965). Angelelli participó con entusiasmo y con esperanza. Su sencilla y coherente fidelidad al Evangelio y a la renovación conciliar, cayeron como agua fresca para un pueblo sediento de la Buena Noticia de Jesús.
En su acción pastoral empieza a hacer gestos proféticos, de cercanía a los más pobres y a la clase obrera, acompañando así con coherencia su palabra claramente evangélica:
Invitado a bendecir una comunidad religiosa en una cantera de cal prefiere compartir la mesa de los obreros y no la cabecera con los patrones.
Mediando en un conflicto laboral en una fábrica de pilas, cuando los patrones pensaban recibir el apoyo del obispo, les dice él: “Miren, si estas injusticias continúan, algún día estaremos juntos en el mismo paredón: ustedes los patrones y nosotros los curas. Ustedes, por no haber practicado la justicia social. Nosotros, por no haber sabido defenderla.”
El 11 de julio de 1968, el Papa Pablo VI lo nombra Obispo de La Rioja; asume el 24 de agosto con el lema “Justicia y Paz” y diciendo: “Ayúdenme a que no me ate a intereses mezquinos o de grupos. Oren para que sea el obispo y el amigo de todos, de los católicos y de los no católicos, de los que creen y de los que no creen, de los de la ciudad y de los que viven en los lugares más apartados.” Y también: “No vengo a ser servido sino a servir. Servir a todos, sin distinción alguna, clases sociales, modos de pensar o de creer; como Jesús, quiero ser servidor de nuestros hermanos los pobres”
Fue así que se dedicó incansablemente de recorrer todos los rincones de la Diócesis, hasta los ranchos más apartados. Desde entonces formuló su regla de oro: “Para servir, hay que tener un oído atento al Evangelio y el otro en el pueblo”.
Después de visitar, convocó a los católicos (laicos, sacerdotes y consagrados) a una “Primera Semana Pastoral”, para reflexionar juntos a partir de la pregunta “Iglesia riojana, ¿qué dices de ti misma? ¿Cuál es tu misión aquí?” La propuesta final de esa semana quedó formulada así: “Caminemos juntos, partiendo de la realidad, la cultura y la tradición de este pueblo. Siempre iluminados por la Luz del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia. Queremos ser una Iglesia servidora de los hombres.
Atento al espíritu del Concilio, acercó la acción pastoral y las celebraciones a la gente. Así hizo con mensajes radiales; con la famosa Misa de Nochebuena bajo el alero de un pobre rancho; con el rescate de la tradicional fiesta del Tinkunaco; etc.
Su palabra se fue haciendo potente y molesta para la élite dominante (tan típico eso en las provincias del NOA):
“Existen unos que no tienen voz, que son marginados y explotados y existen otros que tienen privilegios y explotan a los demás. ¿Eso lo quiere Dios? ¡No!”
“Dios no quiere hombres resignados”.
Denuncia la usura ejercida desde familias poderosas de la sociedad riojana, así como la prostitución y el narcotráfico. A las marchas que se organizan, él suma la Comisión de Lucha contra la Usura, creada en abril de 1971.
En septiembre de 1971, Angelelli lleva a la Comisión Permanente del episcopado, que preparaba su aporte para el sínodo sobre “La Justicia social en el mundo”, 25 trabajos surgidos desde distintos grupos y sectores diocesanos.
En diciembre de 1971, el gobierno canceló la difusión radial de la Misa de Navidad. Angelelli rezó así: “Señor, te pido por la gente del campo que esta noche no ha tenido misa, que no podemos transmitir por la radio nuestra (…) Quizá le tengan miedo a la misa y la crean peligrosa, porque Tú eres bastante peligroso. El Evangelio, esa Buena Nueva que eres Tú, no es tan fácil vivirlo, y cuando se la quiere vivir en serio, la Buena Nueva es peligrosa.”
A partir de 1971 promovió fuertemente la organización de escuelas rurales y de cooperativas de trabajo. También pidió la inspección de las condiciones laborales en algunas fincas, lo que costó la agresión física a un sacerdote y dos laicos comprometidos.
En agosto de 1972 fueron detenidos los P. Gill y Praolini. Angelelli comenzó la misa y al llegar al ofertorio la interrumpió para encabezar la marcha ante el Superior Tribunal de Justicia de la Provincia, reclamando su libertad. Recién los liberaron en septiembre, al demostrarse la falsedad de los cargos.
Hubo numerosas agresiones de grupos conservadores y de parte de la prensa local. En junio de 1973, el obispo, sacerdotes y cristianos comprometidos fueron agredidos en Anillaco por un grupo organizado por terratenientes de la zona.
El 29 de julio en Aminga (cerca de Anillaco) fue destrozada la comunidad de las hermanas de la Asunción y una cooperativa. Angelelli los animó a no aflojar: “Hay que seguir andando, nomás”
Ante una fuerte campaña de difamación hacia el obispo, el Cardenal Villot le escribe que el Papa Pablo VI “le ha pedido a Mons. Vicente Zaspe (arzobispo de Santa Fe) que sea portador en su nombre de un gesto fraternal de apoyo y respaldo a su misión pastoral. (…) Además, Mons. Zaspe es portador del testimonio de afecto y de apoyo del Sumo Pontífice para con usted, que mucho lo aprecia por su dedicación pastoral, especialmente volcada a los pobres.”
Zaspe recorrió la Diócesis y dialogó con mucha gente. Al final expresó: “La pastoral de la Iglesia riojana es la pastoral de la Iglesia Universal (…). No he venido por mi propia iniciativa; me han enviado. Y el que me envió tiene un nombre concreto: Pablo VI. Y las consignas son tan concretas como su nombre: pedir la confianza para el obispo, porque el Papa se la tiene.”
El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas toman el poder.
Recrudecieron las calumnias, falsas denuncias y amenazas; también los apremios a agentes pastorales. Varios amigos aconsejaron a Angelelli que se ocultara o se alejara por un tiempo, pero él lo rechazaba de plano diciendo: “Es a mí a quien buscan; si me voy, me van a matar las ovejas.”
El 4 de julio fueron masacrados en Buenos Aires 5 religiosos palotinos en la Parroquia San Patricio.
El 18 de julio, fueron alevosamente asesinados, luego de ser secuestrados y torturados por quienes se identificaron como miembros de la Policía Federal, los sacerdotes P. Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias, en la localidad de Chamical (La Rioja) donde realizaban su apostolado. 
El 25 de julio hombres encapuchados fueron a buscar al párroco de Sañogasta, pero éste se había ido por recomendación de Mons. Angelelli. Cuando el laico que los atendió (Wenceslao Pedernera) les dijo que el párroco no estaba, lo acribillaron en presencia de su esposa e hijos.
“Si me matan es porque, para el Señor, mi obra ya está terminada” decía Angelelli por aquellos días, mientras investigaba por su cuenta la muerte de esos colaboradores fieles.

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