Por Noelia Ramirez, osr

Algunas reflexiones sobre femicidio
Antes de sentarme a escribir este artículo, tuve una conversación donde intercambiábamos ideas sobre la “objetividad”. Tomo estos pensamientos como punto de partida para afirmar que no soy “objetiva” al decidir escribir estas palabras y no otras. 
Escribo sobre femicidio desde mí ser mujer. 
Nuevamente llega el 3 de junio y por tercer año consecutivo el país se manifiesta, el mundo se manifiesta, para decir #Niunamenos #Vivasnosqueremos. Decimos basta de femicidios, basta de asesinatos de mujeres por hombres que creen tener el poder sobre nuestras vidas o nuestras muertes, por el hecho de ser mujeres.

Creo que este es el punto central para entender por qué hablamos de femicidio: no es cualquier crimen, es el asesinato por parte de uno o varios hombres que creen que la mujer es un objeto de su posesión, ellos deciden si tiene derecho a vivir o debe morir. El femicidio es un caso extremo de violencia de género.
El año pasado, en 2016, se registraron 290 casos de femicidios en la Argentina1, un número mucho mayor que los años anteriores. Sí bien, parece ser un tema en el cual se va tomando mayor conciencia en la sociedad, por otro lado, los asesinatos de mujeres siguen aumentando y hasta parecen presentarse como amenazas correctivas. 
Sí, digo amenazas, escarmientos, ejemplos disciplinarios. Hay pensadores/as que plantean los femicidios como acciones de dominio sobre la mujer que “transgrede las reglas”, que a la vez sirven de advertencia para otras mujeres, sembrando el miedo para seguir ejerciendo el poder sobre ellas.
¿De qué reglas hablamos? De las reglas del patriarcado.
Me pregunto si este no es el tiempo del martirio revolucionario… Planteo el término “revolución” ya que la lucha de las mujeres apunta a un cambio radical de la estructura del sistema patriarcal que sostiene nuestras sociedades. Cuando hablo de “patriarcado” me refiero al conjunto de mitos, cosmovisiones e instituciones que sostienen la relación asimétrica de poder de los hombres sobre las mujeres.
Las revoluciones siempre tienen héroes o heroínas. Me rehúso a pensar que la muerte de tantas mujeres sea estéril. Aunque alguna de ellas, tal vez, nunca hayan oído hablar de feminismo, forman parte del “colectivo mujeres”. Somos de la misma especie. Y no se trata solo de supervivencia, se trata de derechos, justicia y equidad.
Las mujeres estamos planteando una demanda histórica, somos nosotras, las que nos precedieron y las que vendrán. No salimos a la calle a pedir que no nos maten: salimos a provocar, a dar el primer paso en la caída del patriarcado. 
Por eso, nuestra denuncia ya es parte de un nuevo presente donde nuestra voz de mujeres, nuestros cuerpos de mujeres, toman un protagonismo y ya están cambiando el sistema.
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