Al pensar en Puerta Abierta, después de estos dos meses, sólo me surge agradecerles por
todo lo compartido. Me parece increíble como poco a poco fueron abriéndome las puertas
de su vida, para invitarme a caminar a su lado.
Me llevo sus miradas, sus sonrisas, sus abrazos, sus lágrimas y dolores, su sed de justicia y
libertad, sus ganas de luchar, sus ejemplos de vida, sus ganas de superarse, la gran bondad
que hay en su corazón. Sepan que son un gran tesoro, y que Dios las ama plenamente.
Gracias a todas las mujeres de Puerta y aquellas que visitamos en la calle porque muchas
veces fueron la luz que me volvía al camino en esta experiencia. Sepan que rezo por todas
y por cada una, celebrando el paso de Dios en sus vidas, que las invita a dar pasos de liberación
porque solo las quiere felices.
Gracias al Equipo, a l@s laic@s y religios@s que cada semana me enseñaban con mucha paciencia
cada cosa por hacer. Que el Señor l@s siga bendiciendo con su sonrisa para seguir
trabajando con tanta entrega.
Y como dice la canción…
Hasta que volvamos a encontrarnos que Dios las guarde en la palma de su mano.

Florencia
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