Por Lic. Noelia Díaz
El género es una construcción social, una categoría que clasifica a las personas basadas en las diferencias biológicas, según sus funciones reproductivas. Es decir, que si naciste con vagina tu género es femenino, en cambio si naciste con un pene tu género es masculino.
Cuando los órganos reproductores no están bien definidos, no son fácilmente identificables, por lo general, se suele tratar como una emergencia pediátrica cuyo resultado es una arbitraria resolución quirúrgica para el niño que acaba de nacer. Las personas hermafroditas se ven sometidas a intervenciones quirúrgicas con el solo propósito de que estén encasillados en alguna de las dos opciones de género.
Por su parte, cada género tiene determinados roles, actitudes y funciones. Es así que un varón se verá obligado a reprimir sus emociones, ser valiente, exitoso, jefe de familia, agresivo, racional, entre otros. En cambio, una mujer deberá ser sensible, romántica, dócil, madre y ama de casa. No obstante, ambos deben ser heterosexuales y atraerse mutuamente. Cuando alguna persona no cumpla con su rol pre–establecido por el género, muy probablemente será descalificado, marginado e incluso discriminado por la sociedad. Pensemos en la vida de los y las travestis, los y las homosexuales y como son tratados en nuestra sociedad.
Sin embargo, en esta distribución de roles hay un elemento crucial del que poco se habla, el Poder. Desde los orígenes de nuestra civilización hasta la actualidad son los varones quienes portan el poder, tienen este privilegio por el solo hecho de nacer con pene. Y las mujeres al carecer de este órgano han sido consideradas inferiores, dependientes, cosificadas por el varón a tal punto que pueden ser asesinadas si así él lo considera, recordemos la cantidad de mujeres que han muerto hasta el día de hoy en nuestro país en las manos de un varón, solo por el hecho de ser mujer.
La violencia de género, es la violencia sustentada en esta desigualdad de poder generada y sostenida por el género, en esta creencia de supremacía de varones sobre mujeres. Entonces, el género es más que una F o una M en tu documento o pasaporte, es un dispositivo de control, que sostiene y regula esta asimetría de poder.
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