Lic. Nancy M. Peñaloza Egas
“Sólo una cosa sé que no hay y es el olvido
y en la inmensidad donde luz no arde
recordaré lo mucho que he vivido
esa luna, esa fragua, esa tarde”
(Poema de Borges referido al recordar)
Al decir de Grinberg: “En la migración la pérdida de objetos es masiva: personas, objetos inanimados, códigos, costumbres, comidas, horarios, etc.”.
Migrar es algo más que el solo hecho de trasladarse de un lugar a otro o de cambiar el lugar donde vivir. Los individuos que emigran y las condiciones de migración son de una variedad infinita, imposible de abarcar en este escrito.
La persona que se enfrenta a una situación de esta naturaleza se expondrá a un fenómeno extremadamente complejo, donde se pone en juego gran parte de su equilibrio emocional. Su capacidad de adaptación en mayor o menor grado a situaciones nuevas le significará, casi indefectiblemente, estados inevitables de frustración que pondrán a prueba su propia tolerancia a ésta. La incertidumbre creada por la pérdida de parámetros de orientación, códigos de comunicación, reglas culturales, etc… lo colocará en situaciones de un estado de dependencia e indefensión, tratará de buscar en las personas que lo rodean figuras que lo protejan, lo defiendan, le enseñen y lo cuiden, se hallarán en la búsqueda de figuras paternas de quienes esperará ser “adoptado”.
En países de cultura e idioma diversos se verá inmerso en crisis de identidad que lo afectarán en forma más o menos profunda.
El deseo de integrarse a la nueva cultura, y el contrapuesto de resistirse a esa integración, lo colocará ante una situación de ambivalencia afectiva.
La resistencia a integrarse se debe en primer lugar, y fundamentalmente, al temor de pérdida de la cultura de origen, eso crea una intensa resistencia a la asimilación de la nueva cultura.
Estos sentimientos ambivalentes –temor a la pérdida de la cultura de origen y la necesidad de mantener la escisión como defensa ante la angustia– crearán un particular sufrimiento psíquico que no siempre tiene que ver con la nostalgia, aun cuando convive con ella.
De la misma manera, la resistencia a integrarse a la nueva cultura tiene más que ver con el temor a la pérdida, que con el no deseo de asimilar lo nuevo. Este particular sufrimiento psíquico es poco comprendido por la mayoría de las personas, que tienden a confundirlo con la nostalgia de la madre
tierra dejada. La migración es una experiencia de tipo traumática que, como el duelo, necesitará de un determinado tiempo para ser elaborado, tiempo que no será el mismo en todas las personas, aunque estimaría un periodo no menor a cinco años, para un trabajo de duelo migratorio normal. Dependerá, por supuesto, de la flexibilidad y plasticidad de la personalidad, en la estructura del sujeto, así como de la semejanza de lenguas y culturas, etc.
De la misma forma que en el duelo, podríamos hablar de duelo migratorio normal y duelo migratorio patológico.
Señalé que la experiencia migratoria es una experiencia traumática como la del duelo, pero a diferencia de éste, no hay una real pérdida del objeto, aquí el principio de realidad no nos impone la desaparición material y total del objeto, dado que este prosigue su existencia en otro lado. Desde otro
ángulo, a diferencia del duelo, el suceso traumático en el emigrante no se da en forma aislada y en una sola vez sino a lo largo de un proceso que se inicia desde mucho tiempo antes de la partida, desde el mismo momento que se decidió ésta. Es necesario aclarar que no nos encontramos ante un trauma único sino ante la acumulación de pequeños traumas a lo largo de dicho proceso.
La posibilidad de superar frustraciones, aislamiento, soledad, nostalgia, dependerá en gran parte de la integración del Yo de cada sujeto y de la realidad psíquica acorde y en armonía con la realidad externa; solo esto permitirá la posibilidad de realizar un normal trabajo de duelo migratorio
Bibliografía:
Grinberg, León; Grinberg, Rebeca: Psicoanálisis de la migración
y el exilio. Alianza, Madrid, 1979.
Semi, A.A: Cultura y nostalgia. Presentado en el Simposium “La
Nostalgia”, Octubre 1988.
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