Carta a una mujer
Alejandra – Viernes 13 de agosto de 2010
Tal vez sientas que tu vida ya no tiene remedio porque tienes 3 o 4 hijos o más, y tienes que aguantar maltrato, humillación, dolor, tristezas, porque tal vez escuches que te dicen: No podes separarte porque quién le va a dar de comer a tus hijos, de qué vas a vivir si nunca trabajaste o ya estás grande de edad o tal vez te sientas mal porque veas a tus vecinas estar bien con sus maridos y tu crees que sos la única que recibe violencia de todo tipo en tu hogar o te sentís culpable porque él te dice QUE VOS LO PROVOCASTE. Quiero contarte algo que me pasó:
Yo conocí al papá de mis hijos cuando tenía 13 años, a los 9 meses que terminé la escuela primaria, como ves fue mi primer novio, todas las chicas andaban detrás de él. Pasado el tiempo recién a los 19 años pude tener mi primera hija Tamara, como era joven inexperta a los 20 años tuve el segundo hijo varón, Adrián, como verás son seguiditos, a los 23 tuve la tercera hija Johana y a los 30 la cuarta
hija que se llama Celeste tiene 9 años.
Hace 6 años conocí a un grupo de mujeres que gracias a mi vecina di con Ellas. Este grupo se llama RUEDA DE MUJERES, me invitaron un día miércoles a las 15 horas, mi hija más pequeña estaba yendo al jardín de infantes en ese horario, yo aproveché y le dije a mi marido que tenía una reunión en el colegio que no se preocupe que yo la retiraba. Me acerqué al grupo. Cuando entré al lugar me encontré con mis vecinas y conocidas del barrio.
¡¡No lo podía creer!! ¡¡Ellas estaban padeciendo también violencia en sus hogares!! de no creer porque me decía cuando las veía con sus maridos: ¿POR QUE A MÍ NO ME TOCÒ UN MARIDO IGUAL QUE A ELLAS QUE LAS TRATAN BIEN? Eso era por fuera porque a puertas cerradas eran muy violentos, como el mío. Con las vecinas tal vez no teníamos amistad porque en el barrio no dialogamos pero al reunirnos y ver que todas padecíamos de igual manera la violencia fue creciendo una amistad. Cuando nos encontramos vemos qué necesita la otra, para acompañarla, escucharla, darle contención, estar con ella incondicionalmente.
En el grupo fuimos aprendiendo los derechos que tenemos como mujeres, que no somos “objeto” sino “mujeres con derecho a decir NO, a decir BASTA”.
Por eso te digo que no te sientas sola, porque como a mí me paso que encontré ayuda y pude salir de la violencia. Vos también podés, quiero que sepas que no estás sola, que hay muchas mujeres trabajando y acompañando esta situación. Las quiero nombrar LAS HERMANAS OBLATAS a quienes les estaré siempre agradecida. No te avergüences de pedir ayuda.
Simplemente ALEJANDRA
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