“Solo se busca lo que se considera valioso”
La mujer que encuentra la moneda. Lc. 15,8-10
Hna. Mariana Serrano – Oblata del Santísimo Redentor Buenos Aires, Argentina, Septiembre de 2009

Jornada de Espiritual idad Oblata

“Cuando una mujer pierde una moneda de las diez que tiene, ¿no enciende una luz, barre la casa y la busca cuidadosamente, hasta hallarla? Y apenas la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: ´Alégrense conmigo, porque hallé la moneda que se me había perdido´. Les declaro que de la misma manera, hay gozo entre los ángeles de Dios por un solo pecador que cambie su corazón y su vida”.
Este relato forma parte de un grupo de tres parábolas o comparaciones en el capítulo 15 de Lucas: “la oveja perdida” (Lc.15, 3-7), “la moneda perdida” (Lc. 15, 8-10), “el hijo pródigo” (derrochador) (Lc. 15, 11-32). Las tres parábolas forman una unidad literaria, en la que Jesús contesta a los fariseos y los maestros de la ley, que lo criticaban por tratar con gente de mala fama: “este hombre recibe a publicanos y pecadores y come con ellos” (Lc. 15,1-2).

Los fariseos: Se tenían por puros. Se creían los dueños del Reino de Dios por conocer y practicar la Ley. No soportaban al pueblo pobre, al que consideraban ignorante, ni a los pecadores.
Los publícanos: Eran judíos cobradores de impuestos. El pueblo los despreciaba porque colaboraban con los romanos. Los fariseos los rechazaban porque no cumplían con la Ley.
Vamos a profundizar en algunos aspectos para tratar de comprender un poco más la pedagogía de Jesús, que utiliza, entre otros métodos, el lenguaje de las parábolas, o sea, comparaciones sencillas, relacionadas a ejemplos de la vida cotidiana, para llegar a entender lo que es su misión y en especial cuando quiere hablarnos del Reino de Dios. Las parábolas son historias contadas por un narrador/
a, y se presentan como relatos ficticios, en contraste con los demás relatos evangélicos que se presentan como históricos. El aporte específico es “mirar” y aprender en el espejo de la parábola para puerta abierta a la palabra “Solo se busca lo que se considera valioso” La mujer que encuentra la moneda. Lc. 15,8-10 Hna. Mariana Serrano – Oblata del Santísimo Redentor Buenos Aires, Argentina, Septiembre de 2009 afrontar con mejores conocimientos y posibilidades las “vicisitudes de la vida corriente”.
De este modo Jesús, como maestro narrador de parábolas, muestra que otro mundo es posible. A sus discípulos/as invitaba y hoy nos llama a cada uno de nosotros/as, a escuchar con oídos atentos y abrir nuestro mundo. Intentar traducir en nuestra práctica diaria, a partir de lo que hacemos, el modelo propuesto por Jesús. La parábola exige una “respuesta”: el cambio de práctica, el cambio de vida, la conversión.
El tema o contenido de la parábola de la moneda perdida como suele conocérsela, es con respecto a una mujer que pierde y busca una de las diez monedas que tiene. La moneda es encontrada y celebrada con alegría.
En tiempos de Jesús, una moneda de plata era mucho para una mujer pobre. Parece ser que Jesús al hacer alusión a que perdió una de las diez que tenía, se refiere a la dote de diez monedas de plata que una mujer debía entregar para poder casarse.
Además es importante tener en cuenta que en aquella época, las mujeres eran consideradas objetos de posesión, al igual que las cosas y los animales. Al referirse a las mujeres se hacía como la hija de tal, la hermana de fulano, la esposa de mengano… no es común encontrar el nombre propio de las mujeres.
Los estudios bíblicos y teológicos reflejan que hubo muchas mujeres discípulas, amigas y seguidoras de Jesús, aunque sus nombres no figuran en la Biblia.
Sin embargo hay algunos nombres que sí fueron transmitidos: María, Marta, Juana, Susana, María Magdalena (Lc. 8, 1-3).
Jesús con esta parábola se dirige a las mujeres porque sabe que sufren la marginación de una sociedad eminentemente machista. La mentalidad de los fariseos y la sociedad marginaba a las mujeres con menosprecio inclusive en el templo. En los censos se contaban solamente los varones adultos.
Frente a esta realidad Jesús demuestra tener una gran sensibilidad. Él se ha dado cuenta lo que significa para esa mujer pobre, perder una moneda de su dote, otro signo de marginación y desigualdad.
Él sabe cómo late su corazón buscándola y cuánto se alegra al encontrarla, porque así obtiene el camino para insertarse en la sociedad, para alcanzar la inclusión tan anhelada.
Esta parábola que Jesús dice a los fariseos y maestros de la ley…
¿Por qué lo dice?
Porque criticaban a Jesús por su solidaridad y compromiso con las personas marginadas, excluidas de la sociedad y de la religión.
¿Cómo lo dice?
Jesús utiliza recursos y mediaciones para desarrollar el contenido de la parábola.
• Una mujer pierde 1 moneda de las 10 que tiene:
1 ES IMPORTANTE
• enciende una Luz: ILUMINA, ALUMBRA, PARA
VER MEJOR.
• barre la casa: LIMPIA, SEPARA LO QUE NO SIRVE,
SE QUEDA CON LO QUE SIRVE.
• busca cuidadosamente: ACTITUD DE BÚSQUEDA
Y DE CUIDADO.
• hasta hallarla: SOLO SE DETIENE CUANDO ENCUENTRA
LO QUE BUSCA.
• reúne con alegría a amigas y vecinas: CELEBRA CON SU GENTE QUERIDA, HABER ENCONTRADO LO QUE SE LE HABÍA PERDIDO.
¿Cuándo lo dice?
Cuando Jesús siente que no es comprendido su mensaje de liberación y redención. Para la sociedad de su tiempo, la misericordia de Dios presentada por Jesús era incomprensible que se manifieste preferentemente hacia personas pobres y marginadas.
¿Para qué lo dice?
Pensemos que cuanto más valioso es lo que perdemos, más nos duele el no tenerlo y más nos alegramos al recuperarlo. Nos pone en movimiento hacia la misericordia.
Jesús recibe a los pecadores, pide conversión, busca al que está perdido, sana al enfermo… Jesús trae la liberación y la salvación a toas/os, especialmente “el Reino de Dios viene para los pobres y marginados/as, aunque sean pecadores/as, porque en sacarlos de su situación inhumana está la alegría de Dios” (Juan Luis Segundo – filósofo y teólogo jesuita uruguayo [1925-1996]. Conocido por ser
una de las figuras del movimiento Teología de la liberación, escribió numerosos libros en teología, fe, hermenéutica, ideología y justicia social.)
Jesús parece decir en esta parábola: “Nadie está perdido para Dios. Tanto varones como mujeres son los predilectos del Reino”. “El corazón de Dios sufre cuando alguno de sus hijos e hijas está lejos de su amor”.
Gestos imbólico
Escribir el nombre de una persona a la que me comprometo a acercar a Dios. Orar en silencio por esa persona que elegí…
Acercar a una luz encendida el nombre de la persona. Durante esta semana, esa persona será mi hermana y compañera de oración, con ella compartiré este precioso momento de unión en la vida de Jesús Redentor.

Categorías: nº57

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