8 de septiembre. Día internacional
de la alfabetización
Fuente: María Roxana Solórzano Benítez
http://www.oei.es/historico/noticias/spip.php?article961

Desde que ocurrió la división de la sociedad en clases, resultado de la división entre el trabajo manual y el intelectual, todas las sociedades han estado marcadas por la diferencia en el acceso a la cultura de los individuos que la integran, siendo siempre privilegiados los de mayores posibilidades económicas y los que estén más cerca de los círculos de poder.

La primera forma de exclusión social consistía precisamente en disponer, de manera exclusiva, de los medios y técnicas necesarios para el registro e interpretación de los hechos (a través del lenguaje escrito). En este sentido, la educación siempre constituyó un privilegio de las clases explotadoras, que defendieron a toda costa su monopolio del saber, como garantía del monopolio del poder.
Estas afirmaciones tienen su máxima expresión en las condiciones actuales del capitalismo globalizado, donde en cifras globales, han disminuido las tasas de analfabetismo, por las propias necesidades del sistema de preparar a los individuos en el manejo de nuevas tecnologías ante la revolución industrial y los nuevos adelantos de la época.
A pesar de esto, es en este sistema donde las consecuencias sociales del analfabetismo se agudizan, por el aumento demográfico, la deuda externa, la existencia de regímenes oligárquicos propios del sistema capitalista, donde ocurren sucesivas crisis económicas que tienen su repercusión inmediata en la educación. Estas crisis provocan la reducción de los fondos públicos, aumento del desempleo, el deterioro del poder de compra del salario, lo que explica el aumento de familias que viven en la pobreza. 
El efecto más negativo de esta crisis es el aumento del analfabetismo como patología social y la desescolarización de muchos sectores poblacionales. Por un lado, se encuentran los niños y adultos que abandonan la escuela y durante su crecimiento no vuelven al sistema escolar, quienes se vuelven analfabetos por desuso o regresivo. Por el otro, se encuentran las personas que nunca han estado vinculadas a ningún sistema escolar y no saben leer ni escribir, siendo consideradas analfabetos puros.
Frente a esta problemática la educación de adultos y dentro de esta, los programas de alfabetización, ocupan un lugar fundamental. Estos se diseñan para cubrir en poco tiempo el vacío provocado por la falta de educación elemental. Tienen como primer objetivo la enseñanza de la lectoescritura y, en consecuencia, contribuir a la socialización de los neolectores en su comunidad y la sociedad en su conjunto.

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