Como el Buen Pastor que no sabía hacer bien las cuentas…
Por Noelia Ramirez, osr.
Es bastante sencillo entender que 99 es más que 1. Sin embargo, Jesús, el Buen Pastor, deja las 99 ovejas y sale a buscar a 1 sola que se le perdió. Si lo pensamos bien, esta historia no tiene mucho sentido ¿Por qué tanta preocupación por 1 si tenía a salvo a 99? ¿Acaso no corría riesgo de extraviarse alguna otra si las dejaba sola y así su pérdida sería mayor? ¿O es que el Buen Pastor no entendía de cuentas?
Así y todo, de todas las imágenes de Jesús que se presentan en el Evangelio, Padre Serra elige identificarse con la figura de este Buen Pastor.
Vamos a recordar la Parábola (Lc.15,4-7):
Jesús les dijo entonces esta parábola:
«Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla?
Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido”.
Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».
Esta es una de las llamadas “parábolas de la misericordia” y, si bien habla de una oveja perdida, el foco está puesto en este Buen Pastor que busca, encuentra y se alegra.
Padre Serra quiso vivir como este Buen Pastor, incansable, porque busca “hasta encontrarla”.
Cuando él conoce la realidad de las mujeres en situación de prostitución, se conmueve profundamente y se decide a hacer algo por ellas:
“He sido con frecuencia depositario de deseos que no he podido dejar de creer que son sinceros. Entonces creyéndome obligado a imitar el ejemplo del Buen Pastor, quise poner sobre mis hombros a la oveja perdida”.
Padre Serra tenía muy claro que seguir a Jesús implicaba comprometerse en el proyecto del Reino e imitar sus ejemplos y actitudes hasta dar la vida:
“Si todas las puertas se les cierra [a estas mujeres] les abriré yo una donde se puedan salvar; pediré limosna, haré todo lo que pueda, y si nadie me ayuda lo haré yo solo con la gracia y el apoyo del que llevó en sus hombros la oveja perdida…”
Si hacemos memoria, cuando Padre Serra junto a Madre Antonia abrió la primera casa para las mujeres que querían abandonar la prostitución, allá en España en 1864, era para 1 mujer, y luego llegaron las otras.
“Por una”: Esta frase resuena en el corazón de la Familia Oblata, aunque tal vez no lo explicitemos sino con hechos y acciones. La espiritualidad del Buen Pastor que nos legó Padre Serra, impregna toda nuestra actividad pastoral en todos los Proyectos de Misión Oblata.
Sabemos que en este momento histórico donde el valor se encuentra en la eficacia y eficiencia, seguir la espiritualidad del Buen Pastor es una opción contracultural. Esto Padre Serra lo sabía muy bien, sin embargo no se puso a hacer cuentas, a calcular si invertir en esta causa era redituable. Él sabía que con una mujer que dignificara su vida había una fiesta en el cielo y ese fue el fundamento de su vida entregada y la certeza de nuestra alegría.
Hoy su testamento nos anima a salir a la calle, a buscar con la esperanza de que será encontrada y a celebrar cada día los logros que paso a paso experimentan muchas mujeres que logran construir otro proyecto de vida.
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