Por Lic. Florencia Liparelli

La ONU y la UNESCO han designado el 8 de septiembre como el “Día Internacional de la Alfabetización” porque percibieron que no se estaba poniendo énfasis en la intención de alfabetizar a las personas, y de este modo, muchas y muchos quedaban por fuera de determinada participación en la sociedad.

Que una persona estuviera alfabetizada, inicialmente, implicaba que supiera leer, escribir y calcular; pero en la actualidad los objetivos se han ampliado al acceso a la información a través de la comunicación digital. De esta manera, al acceder a este nivel de alfabetización la persona puede informarse, participar, gestionar sus trámites (como la inscripción de un niño o niña a la escuela por ejemplo).

Éste es un proceso que no tiene edad. Comienza en los primeros años y de él participan la familia, la escuela, la sociedad. Acompañar este camino implica ser conscientes de que estamos dando herramientas para la autonomía, ya que al permitir la apropiación crítica de diversos lenguajes estamos favoreciendo la construcción de ciudadanos y ciudadanas con posibilidades de cuestionar, de organizarse, de construir y de luchar por lo que consideran justo. Del mismo modo, a la inversa, quien no se alfabetiza queda por fuera de estas posibilidades; posibilidades que a muchos actores del poder les resultaría conveniente a la hora de aplicar modelos que apuntan a algunos sectores de la sociedad y no a otros.

Si bien es indiscutible el rol de la escuela en este proceso, es muy importante también, el lugar que ocupa la familia. En los primeros años del niño y de la niña el objetivo es que paulatinamente se acerquen al mundo de la lectura, la escritura y los números. Para esto, es de gran aporte hablar sin minimizar lo que ellos y ellas transmiten, cantarles, leerles cuentos, inventar historias, relatar la propia historia, pensar distintos finales a los cuentos leídos, leer los carteles en la calle, contar cuántos vasos se necesita para poner en la mesa de acuerdo a la cantidad de personas que cenarán, realizar cuentas sencillas al hacer alguna compra. En determinado momento, los niños y niñas perciben que las letras dicen algo y preguntan ¿qué dice ahí? Primero puede leersele lo escrito, pero luego, a medida que los chicos y chicas se acercan al sistema de escritura, es posible acompañar a elevar su nivel preguntando ¿con qué letra empieza? ¿cómo suena?

En el nivel inicial se da mucha importancia a este proceso, por lo que es conveniente realizar las consultas necesarias como forma de realizar un trabajo conjunto, apostando a la autonomía y libertad de los niños y niñas. Ser conscientes de esto nos implica de una manera más asertiva en este proceso.

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