28 de febrero y 16 de marzo: Madre Antonia María de la Misericordia

Por Alejandra Valenzuela (Profesora de Formación Humana y Cristiana, Colegio Jesús de Nazaret)

En este tiempo recordamos dos fechas importantes de Madre Antonia, el 28 febrero su nacimiento en el cielo y el 16 de marzo, su nacimiento en la tierra. Dios no se cansa de ser generoso y de darle regalos a sus hijos, pero cuando nos dio a Antonia, se pasó, ¡qué mujer! Muy adelantada para su época, valiente, sacrificada, dejó que Dios le cambie el rumbo y se transformó en refugio, madre, maestra, de muchas mujeres a las que la hambruna y la violencia habían marginado.

Su amigo y confesor el Padre José María Benito Serra la invitó a hacer de su vida una oblación, difícil decisión, debió ponerse a los pies de María para pedir un consejo, y como la Santísima Virgen bien sabe de eso, la ayudó a dar el sí, de esos sí que cambian la historia. Un sí a la mujer en situación de prostitución, un sí que salva, cura y libera.

El nombre Jesús significa “Dios salva”, Antonia supo hacer vida el nombre de nuestro Señor, ella fue instrumento de salvación, Dios sigue salvando mediante esta obra que iniciaron Antonia y Benito y que hoy continúa la Familia Oblata.

Su vida inspira y motiva, es modelo e intercesora, ejemplo y guía, conocerla es un mensaje clarísimo de Dios, no tenemos excusas, ya sabemos que el camino es la misericordia para con la mujer marginada, cada vez que tengamos una mirada de ternura y comprensión, cuando tendamos una mano, cada vez que formemos hijos y alumnos sensibles a esta problemática de la prostitución, cuando veamos en cada mujer que sufre la imagen del Redentor, seremos parte del sueño de Antonia y caminaremos sobre las huellas del Redentor.

Acá en Rosario, cuando escuchamos “Madre Antonia” la mente se va inmediatamente a una casita del Barrio Las Flores que tiene ese nombre. Como muchos saben, es un centro de promoción de la mujer, es un lugar humilde, como lo fue ella, allí las mujeres encuentran las herramientas para salir adelante, es ese centro el que seguramente, desde el compartir la vida, el trabajo y el amor, dibuja una sonrisa en el alma de Antonia.

¡Gracias Madre Antonia, por ser nuestra madre y amiga, por tu sí valiente y comprometido, por tu profunda fe en Dios, por tu misericordia con la mujer. Pedile al Señor por todas las mujeres, especialmente por las que sufren; decile, por favor, que nos dé un corazón como el tuyo, para que podamos ser tus hijos y construyamos un mundo más digno. Amén.


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