El día a día con las mujeres va forjando en tu  persona un talante de fortaleza dispuesto afrontar las dificultades que se presenten. Son muchas y complejas pero una, especialmente abrumadora, parece que quisiera aplastar vuestra esperanza…
la más terrible de todas es el espantoso incendio que en la mañana del 4 del corriente ha reducido el convento todo a un montón de ruinas al prenderse fuego casualmente algunos miles de haces de sarmientos en el corral de un vecino, fue la causa inmediata de la desgracia… un viento furioso, vigorizando la hoguera horrenda, levantó las llamas a tal altura que prendieron fuego al alero del tejado de nuestro asilo, a unos cuarenta pies de alto y, a pesar de los mas prontos socorros y del celo incansable de la autoridad y de un gentío inmenso que acudió en nuestra ayuda, el huracán era tan violento que, empujando las llamas por las buhardillas y desvanes, se comunicó el fuego en un instante a todo el maderaje del tejado y los trabaja- Esta obra requiere un aprendizaje en el mirar dores, rodeados de llamas, tuvieron que abandonar el sitio a toda prisa, hundiéndose bien pronto toda la inmensa techumbre y comunicándose el incendio al piso superior antes que se pudiera salvar la menor cosa. Difícil es expresar el espectáculo horroroso producido por este incendio violento como desastroso, y que destruía en un cuarto de hora los esfuerzos de mas de tres años, empleados en
su aún no completa restauración… todas, grandes y pequeñas, han rivalizado en desprendimiento en valor. Se debe a dos de ellas la salvación de todos los objetos de la sacristías, a otra la de toda la ropería y, en general, han sido incansables y han demostrado para su asilo un cariño, un interés, que tengo gusto en atestar aquí, para que algún día les sirva de rehabilitación… Tu intuición de mujer va gestando algo más que un presentimiento.
¿será que esta Obra requiere una familia religiosa, distinta a las ya existentes? Estás ya totalmente atrapada por ella desde la libertad que dan el amor y la fe. Ahora: Tus oídos perciben con nitidez aquella pregunta del profeta de Nazaret: ¿VES esta mujer? Tu mirada penetra las apariencias engañosas, y capta la profunda verdad de la realidad que tocas. Tus manos enjuagan lágrimas, ofrecen caricias de ternura y esperanza y comparten los bienes que adquieres. Tus pies acompañan, pacientes y firmes, procesos progresivos de autoestima y liberación. Tus entrañas se estremecen ante la humillación y el dolor de esta mujer, y te empeñas en conseguir el reconocimiento al que tienen derecho, y en encontrar  el lugar que les corresponde en la sociedad y en la iglesia. Tu capacidad educadora renace ahora con más fuerza. Optas por la pedagogía del amor, como la más valida, a la hora de reactivar las posibilidades enterradas por la falta de valoración personal y de condiciones básicas para un desarrollo humano. Cultivas el estímulo positivo, junto con paciencia tolerante y firme que se transforma en esperanza activa, que recrea y humaniza. Eres conciente de la realidad y te ingenias, con todos los medios posibles a tu alcance, para transformarla.
No la mitificas, la afrontas con una utopía. Buscas recursos que favorezcan progresivamente la inserción en la sociedad. Luchas contra el hambre, la enfermedad y el deterioro humano. Al tiempo que afirmas dignidades y despejas horizontes. Entregas decidida todo lo que sabes y puedes, los bienes
materiales, las amistades, los bienhechores… tus referencias válidas y definitivas son. JESÚS DE NAZARET, ungido de Dios para sanar, liberar y salvar. María, su madre, que descubre y canta al Dios de los pobres, y se adelanta aponer en la mesa de la vida el vino nuevo de una fraternidad libre
y humanizada. La iglesia, puerta abierta y casa de acogida para todos porque, para todos, es la buena noticia y la nueva Alianza que entrega Jesús. La realidad en la que se encuentran las personas, por su fuerza condicionante y/o, por la posibilidad que ofrece de configurar la identidad personal.

Libro: “Un mirar que genera encuentro”
de María Cruz Ciordia O.S.R


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