Por Noelia Ramirez, osr

En esta fecha tan importante para la Familia Oblata, vamos a recordar una frase de Madre Antonia: “Nuestro nombre lo explica todo”. ¿De qué nos hablaba Antonia cuando nos decía esas palabras? ¿Qué significa la oblación para la Familia Oblata hoy?

La oblación en el Antiguo Testamento consistía en ofrendar a Dios las primicias de la tierra, lo mejor de la cosecha, donde una parte era quemada sobre el altar para que el humo llegue al cielo y la otra era compartida en la comunidad, siendo así motivo de encuentro y alegría.

Sabemos que no solo el pueblo de Israel tenía esas prácticas, sin ir tan lejos, también muchos de los pueblos originarios latinoamericanos también lo practicaron, y aún hoy guardan esas costumbres: ofrendar a la Pachamama en una ceremonia sagrada y festiva, entre otros tantos rituales.

Parece ser que el sentido de la ofrenda está arraigado en los orígenes de la existencia humana en su relación con lo transcendente.

Los cristianos/as reconocemos en Jesús la ofrenda máxima a Dios: Él entrega su vida por amor al Padre y a la humanidad. Este gesto lo revivimos en el rito de la misa: espacio sagrado y de encuentro celebrativo.

En este momento histórico, aparentemente secular, surgen a tiempo y destiempo, diferentes manifestaciones de lo religioso y se diversifica la búsqueda de lo espiritual. Nacen nuevos rituales, pero sobre todo, se recrean esos antiguos ritos sagrados donde nuevamente la ofrenda y el compartir festivo están presentes.

Pensando ahora en la Misión Oblata que encarnamos es este tiempo, la Congregación nos recuerda que “ser Oblata es un modo de ser y estar en el mundo”. Somos ofrenda y encuentro con Dios a través del encuentro con las mujeres en situación de prostitución. 

Pero no se trata solo de dar, se trata de que esa entrega sea confiada y por amor. Nuestra entrega esta llamada a ser motivadora de encuentro festivo que reconoce lo sagrado aún en medio de situaciones de dolor e injusticia.

Es bueno resaltar que ofrendar es un acto de agradecimiento. Vivir agradecidas/os es también un modo de ser y estar en el mundo. El agradecer es reconocer que hay un universo entero que se nos da, que hay un Dios que se nos da, que hay personas que se nos dan con generosidad. 

Cada vez que hacemos de nuestra vida una ofrenda oblativa entramos en comunión con la creación entera que derrama a manos llenas la esencia de su creador.


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