Por Alba Esperanza García López y Pamela Viñas Lezama
UNAM Zaragoza
Fuente: http://transformacion-educativa.com/2do-congreso/ponencias/Eje-4/L1-87.html

Sororidad, proveniente del término latín: Soror, sororis: hermana; y e-idad, relativo a; marcar el punto de inicio de la sororidad dentro de un contexto histórico resulta sumamente complicado puesto que su existencia debiese ser tan antigua como la fraternidad, sin embargo, es hasta la segunda ola del feminismo que este término toma relevancia política.

Así, nacido en el seno de los movimientos feministas, el término sororidad resulta hoy por hoy de gran importancia, puesto que busca derrocar el mito de la enemistad entre mujeres, creando un vínculo positivo y de amistad entre quienes han sido criadas como enemigas, proponiendo además un orden de relación no opresiva entre seres humanos. De manera que la sororidad en palabras de Lagarde (2009) es una “dimensión política del feminismo que busca la confluencia y la sintonía entre las mujeres, con el objetivo de estas se percaten del derecho que tienen a evolucionar y a aprender de las otras y del mundo” 

¿De dónde proviene el concepto?

La sororidad emana de la lucha de las mujeres para ser reconocidas y por su derecho a la educación, como ya se dijo históricamente las acciones de sororidad pueden apreciarse desde la antigüedad, ejemplo de esto resultan: 

Hypatia de Alejandría (370-415), primera mujer en hacer significativos aportes al desarrollo de las matemáticas y la primera mujer científica en la historia, quien es considerada bruja y es asesinada, esto a causa de la consideración cristiana del saber femenino como obra demoníaca. 

Hildegarda de Bingen, abadesa alemana, reconocida como física, filósofa, naturalista, compositora, poetisa y lingüista quien publicó varios libros sobre medicina y ciencia en el siglo XII.

Christine de Pizan (1364-1430), considerada una de las más antiguas precursoras de la equidad y de la paridad de género de la que se tenga registro, dedicada profesionalmente a la escritura defendiendo al género femenino de los prejuicios que encontraba al vivir en un mundo regido por varones. Siendo “Le Livre de la cites des dames” (El libro de la ciudad de las damas) su obra más representativa planteando que las mujeres poseen la misma capacidad intelectual que los hombres, resaltando la importancia de disfrutar de las mismas oportunidades de acceso a la educación para que alcanzaran los mismos logros. (Sainz, en UIC 2014).

Concordando con estos ideales encontramos a Margarita Porete (1250-1310), a Teresa de Ávila (1515-1582), a Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), a las beguinas o a las cátaras, quienes afanosamente buscaban de apropiarse del saber. (Mayobre s/f).

Posteriormente de modo más formal como movimiento organizado nos encontramos con la primera ola del feminismo: El feminismo ilustrado, mismo que buscaba reivindicar la ciudadanía de las mujeres, abarcando desde la Revolución Francesa hasta mediados del siglo XIX. El debate se centraba en la igualdad de la inteligencia y la reivindicación de la educación.

Las revoluciones burguesas de los siglos XVIII y XIX rompieron barreras entre lo público y lo privado y las mujeres tuvieron la oportunidad de entrar y participar activamente en esos espacios abiertos, recordando así a las sanscullotterie, consideradas pieza clave en el proceso revolucionario. De igual forma conviene recordar al “Club de Ciudadanas Republicanas Revolucionarias” y a la “Sociedad Patriótica y de Beneficio de las Amigas de la Verdad”. (Hernández, en UIC 2014). 

La Segunda ola del feminismo: el feminismo liberal sufragista. Reclama principalmente el derecho al voto de las mujeres. Extendiéndose desde mediados del siglo XIX hasta la década de los cincuenta del siglo XX (final de la Segunda Guerra Mundial).

Patriarcado frente a sororidad: ¿Sororidad igual que fraternidad?

Se designa patriarcado al conglomerado de pactos que da como resultado un tipo de organización social donde es el varón el que ejerce autoridad, dejando el control exclusivamente en manos masculinas, excluyendo sistemáticamente a las mujeres de las decisiones que afectan a la sociedad, incluyendo las esferas políticas y económicas. (Acosta, et. al. 2015).

Loreto (2012) conceptualiza la fraternidad de un modo más riguroso al considerar que “Frater” es masculino, eliminando el espacio correspondiente de las mujeres tanto en el contenido implícito de la palabra, como en su aplicación.

En contrapunto a la fraternidad Lagarde (2009), nos presenta la sororidad como un concepto equivalente a fraternidad, dado que tiene reconocimiento de lo humano, donde no hay jerarquía, sino que es el reconocimiento a la autoridad de cada una y cada uno, basado en el principio de equivalencia humana, es decir, igual valor entre todas las personas, porque si se disminuye por efecto de género, también es disminuido el género en sí. Al jerarquizar u obstaculizar a alguien perdemos todos y todas. 

La sororidad es, según Lagarde (2009, s/f a), una dimensión ética, política y práctica del feminismo contemporáneo; es el pacto político entre mujeres que se reconocen como interlocutoras, eliminando las jerarquías y basándose en el principio de la equivalencia humana. 

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