Me presento como Celia Rosegarten de Bernardi, judía de nacimiento, para dar testimonio de un sueño y un testimonio.
Después de una larga vida, pudimos junto a mi esposo viajar a Europa. Siendo yo profesora de geografía y ver esa naturaleza que me pasé la vida enseñando, a través de los libros, los Pirineos, los Apeninos, los Alpes, que desfilaban ante mis ojos lo que tenía guardado en mi mente.
El Mediterráneo se presentó ante mí y yo quería abrazarlo, lo mismo me pasó con los ríos el Tajo, el Po, el Arno, el Sena, y otros. España, Italia, Francia, son en sí mismos museos al aire libre, no puedo describir las catedrales, iglesias, basílica, murallas, palacios y castillos, que fueron construidos y ornamentados hace muchos siglos, y aún permanecen ostentando la historia de lo que fueron.
Pero lo más importante comienza con mi amiga Gloria Perosio de Mancebo, cuya hija, la hermana María Alejandra pertenece a la Congregación de las Hermanas Oblatas. La vocación, la entrega, la pasión que profesa la hermana María Alejandra, quien me visita cada vez que viene al Chaco, y relata sus vivencias frente al dolor de las mujeres que trata, me impactaron de tal forma, que hicieron crecer el cariño, la consideración y la admiración que siento por ella y su madre, que siempre la estimula y la acompaña, más allá del sentimiento que cada madre tiene al sentir…De su hija que eligió abocarse a Dios …
Estando en Roma nos propusimos hacer una excursión para conocer Capri, Nápoles y Pompeya, que yo especialmente deseaba conocer.
Pero era domingo y mi esposo un ferviente católico, con una fe inquebrantable, me propuso, cambiar la excursión y asistir al Ángelus que daba el Papa Francisco, en la Plaza San Pedro. Así que sin dudar, decidí acompañarlo.
Al comenzar a hablar el Papa cerré los ojos y en mi interior, me hablaba a mí misma diciendo “yo soy judía, no soy católica, no profeso ninguna religión, procuro sí, tener una mente abierta que me libere de las miserias humanas y encamine mi vida hacia el bien para mí y para todos los demás”
Por ello lo mío no era un rezo, no era una oración, era un vivo deseo de que si realmente existe Dios…este hombre, que pueda salvar al mundo de tanto flagelo y perversidad. Luego pedí por mi familia, mis amigos, el país y el mundo entero, cuando se trataba de las personas de mi entorno, fui nombrándolas una por una y cuando terminé con mis pedidos, abrí los ojos y me encontré con el Papa que….. y daba las bendiciones.
Me faltan recursos, no alcanzo a decir las palabras que muestran
Sigo siendo judía mi relación con el catolicismo es a través de mi esposo, él viene de una familia pluralista en sus ideas y su fe.
Esta fue mi vivencia, queda mucho por decir….
Celia
0 comentarios