Nacimiento Padre Serra

Por Hna. Juana Lezcano, osr

Aprendí que recordar es volver a pasar por la memoria del corazón los acontecimientos importantes y ofrecerlo para que otras personas conozcan esa historia. 
Repasemos estas palabras de nuestro querido Fundador: “Después de haber asistido a los enfermos de este hospital, he visto que entre las enfermas es grande el número de mujeres que quiere dejar esta vida. He hablado con las directoras de esos establecimientos destinados a recogerlas, pero en vano. Se encuentran llenos, y las muchachas, no obstante, sus buenas disposiciones, se ven obligadas a abandonarse otra vez por las calles por no haber quien las quiera admitir. Esto era demasiado doloroso para que yo pudiera presenciarlo sin determinarme a hacer algo a favor suyo”.
Al contemplar el proceder de Padre Serra sólo se puede pensar que era un hombre de gran corazón que se dejaba guiar por el Dios de la vida y que tenía fe en las mujeres, fe que podían dejar de prostituirse, dejar la calle.
Rezando con el pasaje bíblico de los Hechos de los Apóstoles imaginé reflexionar este texto junto a Padre Serra. Ahora invito a quien lee esta revista de Puerta Abierta que nos imaginemos juntas y juntos meditando estas palabras:
“En una ocasión, Pedro y Juan subían al Templo para la oración de la tarde. Allí encontraron a un paralítico de nacimiento, que ponían diariamente junto a la puerta del Templo llamada ‘La hermosa’, para pedir limosna a los que entraban. Cuando él vio a Pedro y a Juan entrar en el Templo, les pidió una limosna. Entonces Pedro, fijando la mirada en él, lo mismo que Juan, le dijo: ‘Míranos’. El hombre los miró fijamente esperando que le dieran algo. Pedro le dijo: ‘No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: En el Nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina’. Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó; de inmediato, se le fortalecieron los pies y los tobillos. Dando un salto se puso de pie y comenzó a caminar.”(Hech 3, 1-8)
¿Qué tal si nos animamos a salir de situaciones que nos condicionan? ¿Qué tal si cada día nos animamos a levantarnos de las caídas, de la desesperanza diciéndonos: “En el Nombre de Jesús Redentor levántate y camina” y, como el Padre Serra, determinarnos a hacer algo a favor de la vida?
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