Por Hna. Mariana Serrano, osr

Durante este año estamos celebrando los 25 años de nuestro querido Proyecto Puerta Abierta de diferentes maneras… una de ellas es acercarnos a la Palabra de Dios desde la espiritualidad Oblata y con el corazón agradecido por tantos años compartiendo la vida y la fe con nuestras queridas compañeras de esta bendita “Puerta Abierta que nadie puede cerrar…” pues está siempre abierta de par en par en nuestros corazones, con los recuerdos de tantas experiencias vividas.
La memoria del corazón está llena de sabiduría y misericordia. Puede reconocer y valorar cada una de nuestras acciones, aquellas obras conocidas por Dios que conoce lo secreto de nuestro corazón… “Yo conozco tus obras”, nos dice y con eso nos fortalece para enfrentar los momentos más difíciles. Pues en el sentido bíblico quien nos conoce, nos ama. Dios, de hecho, nos conoce, conoce a quienes son suyos, es decir, les ama. Pone en sus hijas e hijos su afecto. Gracias a ese amor incondicional de Dios por nosotras/os, nuestras obras son reflejo de las admirables obras de Dios Padre y Madre que nos cuida, nos protege, nos hace crecer, nos conduce por caminos de justicia, amor y ternura. Como descubrimos en el libro del Profeta Miqueas 6, 8: “Esto solo te pido, que practiques la justicia, que ames con ternura y que camines humildemente con tu Dios”. 


Es verdad que el camino a veces parece muy largo, nos cansamos, nos dan ganas de llorar, de abandonar la marcha porque no se ve bien por donde seguir adelante, porque se hace de noche y no hay una luz para guiar nuestros pasos. Es Jesús el que nos da la luz, y puede iluminarnos a través de otra persona o bien hacer que nosotras/os seamos luz para los demás. Muchas veces al rezar, pedimos a Dios que Él sea la Luz que encienda la noche que estamos atravesando.
Quiero compartir con ustedes este momento de oración-reflexión, y recrear juntos esta oportunidad que tenemos de que cada vez que nos acercamos a la Palabra de Dios, ella es inspiradora de Vida Nueva. Hagamos pasar por el corazón nuestros descubrimientos, confirmaciones, necesidades, desafíos, amenazas, horizontes nuevos. Todo aquello que nos surge con este texto del libro del Apocalipsis 3, 8: “Yo conozco tus obras. Mira, he puesto delante de ti una Puerta Abierta que nadie puede cerrar…”
Esta cita bíblica pertenece a los pasajes correspondientes a la dimensión escatológica, que refiere al estudio de las realidades últimas, de los últimos momentos de la historia. La escatología cristiana se ocupa del destino final de la humanidad. Ese instante en el cual tenemos delante nuestro una Puerta siempre abierta que nadie puede cerrar. ¡Es la puerta de nuestro corazón, de nuestra mente, de nuestra vida entregada en favor de las personas más desprotegidas que requieren de nuestra presencia cercana, de brazos abiertos y puertas abiertas! Puertas que nada ni nadie pueden cerrar…
Dentro de la espiritualidad de la Familia Oblata, al empezar el camino de seguir las huellas de Jesús Redentor, al iniciarnos en la fe de redención y compasión, no siempre podemos prever las pruebas o dificultades que se nos presentarán. Cuando somos jóvenes, no creemos que algún día nos costará muchísimo seguir fieles a nuestros compromisos, sobre todo los compromisos que asumimos por la fe en Jesucristo. Con el tiempo, muchas veces, cambian nuestras disposiciones, nuestra disponibilidad, nuestros ideales se chocan con la cruda realidad, nuestra docilidad a la fe se quiebra por la desconfianza que circula alrededor. 
Quienes compartimos la vida y la fe en Puerta Abierta sabemos la importancia de gestar poco a poco un clima de confianza y confidencialidad. La necesidad de mantener viva la esperanza, hace que nuestros sueños compartidos sean acompañados y cuidados entre todas con mucho esfuerzo y perseverancia. Esta experiencia nos fortalece cada día y nos hace mujeres valientes capaces de enfrentar las tempestades más crueles.
Las vidas de muchas/os santas/os, están llenas de estas experiencias. Madre Antonia de la Misericordia y el Obispo José María Benito Serra, Fundadores de la Congregación de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, también tuvieron que perseverar en la fe aun en medio de las dificultades de la misión.
Algunas veces la esperanza es la que nos impulsa a seguir caminando sobre las huellas de Jesús Redentor, otras veces la confianza y la fe en Dios nos anima a enfrentar los conflictos con la certeza que las cosas van a cambiar, y muchas veces el amor nos libera de situaciones dolorosas dándole el sentido a nuestra vida, regalándole un brillo nuevo, un resplandor diferente.
Las Hermanas Oblatas, venimos realizando un proceso de liberación en solidaridad junto a las mujeres en situación de explotación sexual, ya sea por la prostitución, y/o víctimas–sobrevivientes de la trata de personas. Estamos llamadas a ser mujeres capaces de abrir puertas, de entrar en diálogo con quienes piensan diferente, abiertas a la ronda de conversación, a hablar de nuestras búsquedas, a escuchar y acompañar los sueños y desafíos. Esta es una propuesta inclusiva, que habla de conversión, discipulado, cambio de vida, reconciliación. Es un movimiento que descoloca y nos pone en movimiento, nos lleva a la misión.
El Espíritu Santo de Dios, la divina Ruah que es inspiradora, extiende esta invitación a todas/os, estamos llamadas/os a abrirnos al diálogo en nuestra casa, con nuestros compañeras/os de estudio o de trabajo, con nuestras amistades, porque la apertura al diálogo es lo que posibilita la disponibilidad para el Reino de Dios, porque nos abre a lo diverso, a confiar en que “otro mundo es posible”. 

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