La trata de personas, tanto para la explotación, sexual o laboral, o para matrimonios forzados, mendicidad, niños soldados o extracción de órganos, es una realidad dolorosa de la humanidad de este tiempo. Lejos queda la ilusión de la abolición de la esclavitud frente a terribles delitos y conciencias laxas de una sociedad que vive la complicidad
con el dolor humano a cambio de poder, dinero y placer.

En tantas partes del mundo, la trata es una plaga que golpea indistintamente a todos, pero sobre todo a los más pobres y a aquellos que por varios motivos pueden definirse los “últimos”, los “descartados” de nuestra sociedad. Los que viven en los márgenes y los más débiles, como las mujeres y los niños, son las víctimas privilegiadas de injusticias y abusos.

El Papa Francisco nos ayudaba a reflexionar con estas palabras:
Si hay tantas jóvenes víctimas de la trata que acaban en las calles de nuestras ciudades es porque hay muchos hombres –jóvenes, de mediana edad, ancianos– que solicitan estos servicios
y están dispuestos a pagar por su placer.
Entonces, me pregunto, ¿de verdad
son los traficantes la causa principal
de la trata?”
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Hoy nuevamente estamos invitados a reflexionar y solidarizarnos frente a esta dura realidad que viven tantas personas en el mundo entero.

2. Fuente: Jornada de oración y reflexión contra la trata de personas–2020.

Categorías: derechos

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